The Last Worker – Análisis
Desarrollar un videojuego es un complejísimo ejercicio de equilibrio, en el que hay que asegurarse que sus mil y una partes encajan y funcionan juntas. Hay veces que, simplemente, partes geniales no encuentran ese equilibrio y hay veces en las que que esas partes, simplemente, no están a la altura. The Last Worker, por desgracia, es de los últimos. Y es una pena, porque, sobre el papel, había mucho potencial para ofrecernos algo diferente e interesante, pero es incapaz de ejecutar esta propuesta con éxito.
Un día en la vida del trabajador de Amaz… Jüngle
The Last Worker es una aventura narrativa en primera persona diseñada para la realidad virtual, pero también compatible con la combinación tradicional de mando y televisor. Este título nos lleva a un futuro cercano para ponernos en la piel de Kurt, un trabajador que lleva toda su vida trabajando en Jüngle, una especie de Amazon, distribuyendo paquetes internamente en sus almacenes. Su día a día, y la premisa jugable durante los primeros compases de la aventura, es coger paquetes, asegurarse de que están en buena condición, el tamaño y el peso coinciden con el de la etiqueta, y mandarlo al centro de distribución o reciclarlo, en función del estado.
Estos primeros compases, además de para familiarizarnos con los controles de nuestro trabajo, sirven para presentar la historia y los personajes. Sobra decir que más pronto que tarde, ciertas cosas van a pasar que van a desencadenar una serie de eventos y que, lógicamente, nos van a sacar de nuestra rutina laboral, aunque obviamente no vamos a contaros mucho más. Sí que os vamos a contar que la narrativa es el pilar principal de la aventura, y no nos parece que sea lo suficientemente fuerte como para sostener el resto del juego. De hecho, empezamos con mucha curiosidad, y poco a poco se va convirtiendo en una serie de clichés que hemos visto en otros muchos juegos, libros o películas. Esto no quiere decir que sea mala; de hecho, es una historia muy entretenida, pero no lo suficientemente buena como para ser la protagonista.
La jugabilidad tampoco es capaz de llevar el peso del juego sola, con controles extrañamente a ratos torpes que no terminan de funcionar bien ni en realidad virtual ni con el mando tradicional. Por ejemplo, el turbo funciona cuando le da la gana, algo que condiciona la velocidad a la que podemos repartir paquetes o, bastante más molesto, la velocidad a la que podemos escondernos en las secuencias de infiltración. De igual modo, no aprovecha las características de los mandos de PlayStation VR2Venir de Tragamonedas Gratis Online. Un ejemplo es la detección de dedos. En otros juegos, cuando llevamos un objeto en la mano, siempre y cuando nuestro corazón descanse sobre el botón correspondiente, estaremos agarrando ese objeto. Aquí tenemos que mantener el botón pulsado, algo bastante más incómodo y torpe, e incluso antinatural.
Al menos tenemos una sensación constante de progresión, gracias a lo rápido que avanza la historia y a las nuevas pistolas que vamos desbloqueando, las cuales ofrecen nuevas maneras de interacción con el escenario. Estas interacciones, en general, son bastante limitadas y sólo pueden usarse en determinadas situaciones, pero al menos aportan variedad al desarrollo. Si a esto le sumamos que la historia puede completarse en unas cuatro o cinco horas, acaba siendo una experiencia entretenida. Sale a precio reducido, hay varios finales y, además, podemos coleccionar todos los productos de Jüngle, por lo que la duración como tal nos parece correcta.
Unos extraños valores de producción
En lo meramente técnico, The Last Worker es un juego que parece diseñado con Quest como prioridad. Con un estilo artístico diseñado por Mick McMahon, conocido por los cómics de Judge Dredd y 2000 AD, recuerda a los primeros The Walking Dead de Telltale, sin ningún tipo de floritura gráfica para aprovechar PlayStation 5, donde creemos que, al menos, mejores texturas habrían venido bien. Aparte, está clarísimo que es un juego concebido para la realidad virtual, y en dos dimensiones hay cosas que no terminan de funcionar, como personajes que se ven muy pequeños o una «interfaz» (una especie de radar sobre la plataforma que nos lleva) que queda fuera de nuestra visión la mayoría del tiempo, pero que en realidad virtual es perfectamente visible.
Por otra parte, en lo sonoro tenemos una gran banda sonora compuesta por Oliver Kraus (Sia, Adele, Florence and the Machine) y un reparto espectacular, con Jason Isaacs (Harry Potter, The OA, Death of Stalin), Ólafur Darri Ólafsson (Severance, The Deep), Clare-Hope Ashitey (Children of Men), David Hewlett (The Shape of Water, Stargate: Atlantis), Zelda Williams y Tommie Earl Jenkins (Dirty Dancing). Por desgracia, a nosotros nos llega con subtítulos en nuestra idioma, con una buena traducción que quizás hace demasiado malhablado al protagonista, pero que nos obliga a leer subtítulos en realidad virtual si no entendemos inglés, algo mucho más molesto que leerlos en la tele.Venir de Tragamonedas Gratis Online
Sabéis que para nosotros el doblaje en la realidad virtual es muy importante, porque es un formato que gira en torno a la inmersión y, si te ponen un puñado de letras a un palmo de la cara, la inmersión se rompe muy pronto. Viendo el presupuesto que ha ido en el doblaje al inglés, nos preguntamos si no habría sido mejor contratar a actores de menor renombre e invertir ese dinero en doblaje a otros idiomas.
Un viaje entretenido, pero poco más
The Last Worker nos ha parecido un juego entretenido, pero se centra demasiado en una narrativa que no es lo suficientemente robusta para sostener todo el peso de la aventura, y su jugabilidad simple y, a ratos, torpe, no es capaz de compensarlo. Hemos disfrutado su propuesta, su narrativa crítica con la sociedad en la que vivimos, y su breve duración hace que no nos dé tiempo a aburrirnos, pero es un juego que no sabe jugar bien sus cartas para ofrecer la experiencia que quería ofrecer.
Hemos realizado este análisis en PS VR2 con un código de descarga proporcionado por Reinassance PR.